23 June 2017 – EL PAIS
El centro cultural expone medio centenar de dibujos del artista que supuestamente no sabía dibujar
Exposición de dibujos de Francis Bacon en la Fundación Bancaja. Juan Carlos Cárdenas (EFE)
La planta cuarta del Centro Cultural Bancaja de Valencia está desde este jueves llena de dibujos de Francis Bacon, el artista nacido en Dublín en 1909 y fallecido en Madrid en 1992 que supuestamente no sabía dibujar. Las obras, en las que el pintor utiliza el lápiz, las ceras y el collage, reflejan dos de sus grandes obsesiones, el cuadro del papa Inocencio X de Velázquez y las crucifixiones. Junto a ellas se exponen autorretratos y los dibujos que hizo de uno de sus amantes.
En una entrevista realizada por el periodista y crítico británico David Sylvester, en los años sesenta, Bacon afirmó que no realizaba dibujos ni bocetos preparatorios para sus cuadros. Una interpretación equivocada de aquellas palabras hizo que se extendiese la leyenda —una “anomalía historiográfica”, en palabras del comisario de la exposición, Fernando Castro— de que Bacon no sabía hacerlo.
El medio centenar de dibujos colgados sobre fondo negro en el Centro Cultural Bancaja desmienten aquel mito. Y resultan ser no “material preparatorio para cuadros, sino obras en sí mismas, y algunas de ellas verdaderas obras maestras”, afirma Castro.
Las obras, que se expusieron recientemente en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, pertenecen a un fondo de más de 600 obras que Bacon regaló al periodista italoamericano Cristiano Lovatelli Ravarino, que fue su amigo y amante. Las obras salieron a la luz en los años noventa y se vieron de inmediato envueltas en la polémica.
A finales de la década de los 40, en Roma, Bacon descubrió el retrato del papa Inocencio X que Velázquez pintó en torno a 1650. El artista irlandés no se atrevió a subir a ver el cuadro, expuesto en la Galería Doria Pamphilj, sino que cogió una postal y trabajó obsesivamente sobre aquella imagen en las décadas siguientes.
En muchos dibujos de Bacon el papa Inocencio X tiene la boca abierta y parece gritar con todas sus fuerzas. El pintor, recuerda Castro, decía que aspiraba a “pintar un grito como Monet pintaba las puestas de sol”.
Fotografías y recuerdos
La renuencia de Bacon a ver el cuadro de Velázquez no fue un caso aislado. Al pintor “no le gustaba pintar a los muertos ni a la gente que no conocía”. “Pero tampoco le apetecía enfrentarse a los que conocía, en un ejercicio agotador de escrutinio”, señala Castro. Como modelos prefería las fotos, las postales y los recuerdos.
Bacon vivió en Londres, pasó muchas noches en Montecarlo jugando a la ruleta, se estableció en Roma, Bolonia y Madrid, bebió como un cosaco y solía pintar por las mañanas, bajo el peso de la resaca. Pero no dejó de ser irlandés. La influencia de la educación católica se manifestó en su interés por temas religiosos, que abordaba desde un enfoque desacralizado. Sus crucifixiones, por ejemplo, son de “hombres calvos y gordos”.
Cuando Ravarino hizo público que tenía 600 dibujos de Bacon, los herederos del artista denunciaron que eran falsos y acusaron al periodista de haberlos fabricado. El proceso penal se inició en 1997 y terminó en 2004. Un tribunal italiano concluyó que una parte de las obras era con toda seguridad de Bacon, porque su firma había sido autentificada, ha explicado en Valencia Umberto Guerini, abogado de Ravarino y presidente de la Francis Bacon Collection, la entidad que administra los dibujos y que ha continuado recabando pruebas sobre la autoría.
Los dibujos fueron expuestos por primera vez en 2009, en un acto paralelo a la Bienal de Venecia.