13 Febbraio 2017 – RTVE
Los dibujos del pintor se muestran, por primera vez en España, en el Círculo de Bellas Artes
Durante años se pensó que Francis Bacon (1909-1992) no dibujaba, ni bocetos para sus cuadros ni dibujos. Pero, tras su muerte, apareció una colección de dibujos que el propio Bacon regaló a Cristiano Lovatelli Ravarino, un periodista que fue su pareja durante años. Ravarino recibió casi 800 dibujos, fechados y firmados, como regalo, entre 1977 y 1992. Ahora medio centenar de esas obras se muestran en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, hasta el 21 de mayo .
Una muestra titulada Francis Bacon. La cuestión del dibujo, que su comisario, Fernando Castro Flórez define como “Una exposición sobre la condición humana y la angustia existencial, obra de uno de los grandes artistas del Siglo XX. Un autor cuyo trabajo nos sigue atrapando, seduciendo e impresionando”.
Fernando destaca que: “Es la primera vez que podrán verse dibujos de Bacon en España. Durante décadas se pensaba que no dibujaba e incluso que no sabía dibujar. Pero hace 10 años se descubrieron estos dibujos, que se presentaron en Venecia, y nos revelan a un Bacon que dibujaba de una forma extraordinaria”.
Papas, crucifixiones, retratos y figuras sentadas
Durante años se especuló con la autenticidad de estos dibujos, hasta que en 2004 un tribunal italiano los dio por buenos. Fernando no sólo no tiene ninguna duda de que son de Bacon sino que piensa que “Son dibujos que nos permiten acercarnos a un aspecto totalmente desconocido de Francis Bacon. Y nos revelan como Bacon mantuvo hasta el fin de sus días su obsesión por una serie de motivos, como el Papa Inocencio X de Velázquez, los retratos, las personas sentadas y las crucifixiones”.
Esos son los cuatro temas básicos de una serie de casi 800 dibujos que el propio Bacon regaló a Cristiano Lovatelli Ravarino. “Son piezas –asegura Fernando- que nos revelan una actividad y una entrega a la práctica del dibujo muy vocacional, casi obsesiva. Hay que aclarar que no se trata de bocetos o estudios preliminares para hacer cuadros sino que son sino que son obras con entidad propia. Algunos de gran formato. Aunque hablemos de dibujos sería mejor denominarlos como obras sobre papel porque algunas son gouache, otras collages, dibujos en blanco y negro…”
Los cuatro temas de la colección (papas, crucifixiones, retratos y figuras sentadas) son muy representativos de la obra de Bacon, según Fernando: “Se trata de sus archiconocidas versiones del papa Inocencio, gritando o abriendo la boca dentro de un espacio geométricamente codificado; sus figuras sentadas con las piernas cruzadas que nos hablan de la espera, de la melancolía, de la situación de soledad sin esperanza; los retratos con las caras distorsionadas que es algo que hizo durante toda su vida; y por último las crucifixiones, que son muy impresionantes porque se trata de personajes nada apolíneos, son gordos, desnudos, muestran su sexualidad… Bacon también estuvo obsesionado con este tema, inspirado en los primeros años de Picasso, y para él las crucifixiones tenían un sentido de reflejar la angustia existencial”.
Obras de la exposición ‘Francis Bacon. La cuestión del dibujo’
“Bacon dibujaba de una forma extraordinaria”, asegura el comisario, Fernando Castro
Una obra con un pie en la historia
Fernando también destaca que: “Bacon siempre dijo que su obra tenía mucho que ver con los acontecimientos históricos que vivió, como la Segunda Guerra Mundial, las miserias de la posguerra y también su peculiar condición sexual que él vivía de forma desinhibida, a pesar de que en el Londres de la época ser homosexual era algo perseguido y que te acarreaba problemas continuamente. Por eso el, que era ateo, usaba la crucifixión como metáfora de la cruz con la que todos tenemos que cargar”.
Estos dibujos tienen mucho que ver con la obra pictórica de Bacon: “Tiene que atenerse a las condiciones del papel. Bacon tenía una curiosa forma de pintar, ya que lo hacía sobre la parte de atrás del lienzo, la que no está preparada, porque decía que era más rugosa y absorvía la pintura de una forma distinta. En este caso, el papel tiene otra porosidad”.
“Lo que él usa para las caras es una superficie de gouache –continúa Fernando-. Con las ceras crea una superficie, una densidad, que nos recuerda a la masa de óleo que ponía en los lienzos. También está la parte inacabada de su obra. Al igual que a algunos de sus cuadros los llamaba accidentes desesperados en los que aparecían manchas y elementos pictóricos que tenían la condición de lo azaroso, de lo accidental… eso también aparece en estos dibujos”.
“Sin olvidar –añade- la geometría de sus cuadros. Casi siempre situaba la figura en el centro y perfilaba una geometría que parecía una celda, una jaula de cristal, lo que también se aprecia en estos dibujos. Alguien dijo que esa geometría estaba inspirada en la jaula de cristal antibalas en la que juzgaron al nazi Adolf Eichmann por sus crímenes de guerra, en los juzgados de Jerusalén, ya que tenía fotografías de esa imagen en su estudio”.
Sus fantasmas y ansiedades
Destacar de nuevo que no son bocetos, sino obras en sí mismas. “Él siempre negaba –asegura Fernando- que hiciera bocetos para sus cuadros. Porque, de esa forma, quería preservar o imponer la opinión que era un pintor pasional o que el cuadro era el resultado de una proyección nerviosa o neuronal. Que no había una condición previa de algo estudiado y relamido, algo rígido, sino que plasmaba directamente sus fantasmas y sus ansiedades. Y eso le hacía desechar los bocetos previos”.
“Pero –añade Fernando- si miramos sus cuadros es innegable que dentro de ellos hay planificación y dibujo rellenado cromáticamente. Aunque no quisiera ser un pintor que abocetaba, que estudiaba o calculaba. Personalmente, yo creo que Bacon no tiene una gran producción pictórica porque entre cuadro y cuadro se entregaba a los dibujos buscando las posibilidades expresivas y repitiendo motivos, intentando sacar todas las posibilidades expresivas de un tema. Algo que le servía de calentamiento, de búsqueda, de ensayo… para sus otras obras”.
La exposición
En cuanto a las obras de esta exposición, Fernando destacaría: Tres crucifixiones que hemos destacado como si fueran un tríptico en la Sala Goya del Círculo de Bellas Artes. Muestran a un ser obeso, desnudo. Son imponentes. Tiene uno la sensación de que condensan el drama de la condición humana del Siglo XX”.
“También destacaría –continúa- una serie de tres grandes dibujos a color que dan continuidad a aquel viejo motivo del cuadro de Velázquez de Inocencio X, que Bacon nunca quiso ver (aunque tuvo la oportunidad), sino que lo reinterpretó a través de una serie de postales. Es un motivo que abandonó en pintura, pero le siguió dando muchas vueltas en los collages gouaches y obras sobre papel”.
“Por último, también tenemos un muro con distintas obras de retratos, de cabezas en los que vemos la tensión, la energía que retransmitía en la representación del retrato. Siempre de gente cercana a él. Algunos también son autorretratos porque el haber perdido a tanta gente cercana le llevó a tener que pintar su reflejo en el espejo. Ahí vemos la mezcla de amor, de tensión, incluso de una mirada cruel o que trata de atrapar un sentido diferente a la representación humana”.
“Bacon provoca el pensamiento, la experiencia estética”
El comisario destaca que: “Bacon provocaba el pensamiento, la experiencia estética. Lo que sigue siendo provocador es que, mientras el arte del siglo XX apostó por la abstracción, por el pop, y por otras muchas modas, Bacon (como Picasso), se mantuvo provocadoramente vinculado a la representación de la figura humana, a expresar cómo se pinta al sujeto sin recurrir a los códigos naturalistas”.
“Bacon empezó muy joven, fue despreciado por la crítica tuvo que ganarse la vida jugando a la ruleta en Montecarlo pero luego se convirtió en una figura insustituible cuando su figura era la de un marginal que no encajaba en la lectura de la modernidad” –asegura Fernando-.
“En los dibujos –añade el comisario de la exposición- se ven las influencias de Picasso, Velázquez o incluso de Eisenstein. Hay un personaje con las gafas ladeadas que es un homenaje a El acorazado Potenkim, de Eisenstein. Otra influencia en la obra de Bacon era el cine, la fotografía. Bacon usó la historia o el arte histórico sin pedantería; no es un artista de la cita o de la versión sino que quería citar la historia para hablar de su presente. De cuáles eran los dilemas existenciales que afectaban al hombre después de una masacre como la Segunda Guerra Mundial y los campos de concentración”.
“En definitiva –concluye Fernando Castro Flórez- Bacon trataba de mostrarnos cómo sobrevivimos en un mundo inhóspito y cruel”.